Hora en mi mundo

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San José, San José, Costa Rica
Escritor aspirante, Estudiante de inglés, Viajero en el velero de la vida

viernes, 4 de abril de 2008

Humedad, recuerdos y sonrisas

No me siento junto a un aroyo a llorar mis penas porque no es muy propio de un hombre tener penas, al menos admitirlas. En su lugar, se me da caminar junto al sendero impregnado del olor a barro y darle a mi espíritu un disfrute efímero de melancolía. Siempre venías con las primeras lluvias, llegabas en forma líquida con tu aroma a humedad e inundabas toda mi estación, meses de un par de calendarios. Pronto, no obstante, se dejó de tratar de vos. La lluvia sin retorno se convirtió en un concepto atmosférico y nunca más lírico. Mas, como es propio de los fantasmas y demonios, el cuerpo de recuerdos se quedó junto a la vereda, enterrado en el polvo hasta que llegase el beso torrencial del cielo. Hace un tiempo se trataba siempre de lo mismo: el barro, la humedad y vos. No me siento en la baranda del puente a llorar mis penas, porque no es muy propio de hombre tener penas, al menos darles cabida. El vaho de la tierra engaña mis sentidos y te torna palpable por un segundo. Con las aguas de los cielos venía tu rocío, poderosa escencia de tu misma alma. Para mi, fue lo mismo por mucho tiempo: vos en lluvia, vos en humedad, vos en barro, vos a lo largo del trayecto del sendero. No me siento en mi habitación a llorar mis penas por que no es muy propio de mi tener penas ahora, al menos darles importancia. Hoy fue diferente porque llovió lírico y me empapé de sonrisas. Mi cerebro recordó que te recordaba, pero no logró traer entero tu fantasma. Hoy se humedecieron mis zapatos con el adorno de la temporada que anteriormente te perteneció, pero tenían un tintineo distinto. Cantaban sobre las voces que hablaban de vos, pero nunca de vos. Hoy cayó sobre mí la alguna vez temporada nombrada en tu honor, no obstante, traía sonrisas y miles de gotas capaces de opacar cualquier antigua tempestad.

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